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sábado, 29 de mayo de 2010

Identidades culturales y espacio público. Un mapa de los silencios, FELAFACS. ROSSANA REGUILLO.


...Los relatos constituyen
Instrumentos poderosos...Desde hace ya mucho tiempo, el poder político saber producir relatos a su servicio. Los medios de comunicación lo han hecho mejor...
Cómo trazar un mapa para no extraviarse en el mundo contemporáneo, como dibujar un mapa en el que pueda verse lo que se desploma, lo que emerge, lo que brinca, lo que grita, lo que permanece en silencio.
¿Por qué un mapa de los silencios en medio de tanto ruido? por qué ocuparse de los silencios cuando la tónica de la época es más bien consignar el exceso, de vociferaciones, de decibeles, de confusiones.
El siglo XX ha sido el del estruendo, en él: las bombas atómicas, los gritos, los soldados, etc.
Lo público: el territorio del encuentro colectivo, se convirtió así en simulacro del espacio para decir las diferencias.
Escuchar los silencios, hacer su arqueología, trazar sus coordenadas es el
intento por hacer salir de la clandestinidad las historias que más allá del dato evidente, ayuden a situar el tema de la paz, de una paz necesariamente multicultural, fundamental para los tiempos nuevos, como la relación primaria que haga posible la inclusión del otro, una paz capaz de oponerse a las violencias amorfas y difusas que nos habitan. La hipótesis de fondo es que las violencias acrecientan sus dominios, alimentándose del miedo, del silencio y de la incapacidad política para dejar atrás el proyecto que expulsó de la palabra a tantas y tantos, que fueron pensados como ciudadanos de segunda.

Conclusiones: Hoy como nunca, en la era de la aceleración tecnológica que acrecienta la interacción entre culturas e identidades diversas y en el contexto de una globalización como proyecto económico/político, que engancha lo que le sirve y deshecha lo que le estorba (Castells, 1999), resulta fundamental proyectar nuestras preguntas al pasado para analizar cómo en la actualidad, desde estos círculos sin centro del los nuevos poderes globales, se sigue decidiendo quiénes son los inviables, se trate de países o personas. Y pese a que el discurso y los dispositivos de exclusión y sanción se disfracen de mayor civilidad, los mecanismos para condenar al otro a la “muerte cívica”, al “cementerio amurallado”, no han cambiado en lo sustantivo.

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